La fraternidad procede de la caridad
San Pablo, en la carta a los Gálatas, dice que hagamos el bien a todos, pero empezando por los miembros de la Iglesia. La caridad ordenada empieza por casa. Sería extraño que la practicáramos fuera, y no con aquellos con los que diariamente convivimos y notamos más sus defectos. El beato Álvaro nos pedía “derrochar cariño”.