Ascensión



La Ascensión nos marca

La Ascensión no es simplemente un eslabón entre Pascua y Pentecostés. Es un misterio en sí, que afecta a la Trinidad y a nosotros. La Trinidad acoge la Santísima Humanidad de Cristo y Él, al introducir carne y espíritu humanos en la Trinidad, nos revela nuestro destino. Tomemos en serio la Ascensión: es un acontecimiento muy relacionado con nuestro destino eterno, al poner de manifiesto la importancia de la parte corpórea del ser humano.



La Ascensión es el ancla

Cristo asciende al cielo y es introducido en la nube, es decir, en la intimidad de la divinidad. Su Ascensión es nuestra ancla: impide que en la eternidad quedemos a la deriva. También nosotros estaremos en la intimidad de la Trinidad. Si la Resurrección es la fe y la Pentecostés la donación del Amor divino, la Ascensión es la esperanza. Meditemos este misterio tan consolador.



Víspera de la Ascensión

Hoy, sábado, se puede celebrar la Misa de la Víspera de la Ascensión. La liturgia nos invita a fijar nuestra mirada en el Cielo, pues se trata de un profundo misterio de fe. Una especie de conexión entre el tiempo y la eternidad, entre la presencia física de Jesús y su presencia no visible, pero permanente. Alentar nuestra esperanza de ser también nosotros introducidos, en el Seno del Padre, con nuestra humanidad propia.