El Resucitado invita a la mesa

Es un signo elocuente que en los episodios de la Resurrección aparezcan de continuo el pan, el pez… y la invitación a comer. Será como una señal de la Eucaristía: el Resucitado invita a comer y Él se hace manjar. Es, sí, un profundo abajamiento del Señor, pero es también una clara manifestación de hasta dónde quiere elevarnos: hasta la identidad de nuestro yo con el suyo.



Dicen que está vivo

La gran semana de Pascua nos centra en el Señor Resucitado. Procuraremos ir viviendo los textos del Santo Evangelio que nos presenta la Misa de cada día, con la conciencia de centrar más nuestra vida en Él. Para eso, resulta indispensable el silencio, no solo externo sino sobre todo interior. Ejemplo de un hombre de profundo silencio: san Juan Pablo II.



Apostolado Pascual

¡Hemos visto al Señor! Es la exclamación de los testigos del Resucitado. Toda acción apostólica ha de estar también precedida de esta experiencia. El apóstol comunica una vida, una presencia.