Febrero



2 de febrero

Purificación

María, con Jesús en brazos, sale de su ocultamiento de 40 días previsto por la ley mosaica. Va al Templo, y se le anuncia que una espada traspasará su corazón en el ofrecimiento de su Hijo. La pureza se purifica, como para invitarnos a vigilar la propia pureza de nuestro corazón. Más que atender a las virtudes aisladas, monitoreemos nuestro corazón, del que procede todo lo bueno y lo malo.



3 de febrero

Examen sobre la humildad

Dios hizo cosas grandes en María porque vio su humildad. Tendremos también nosotros su beneplácito si encuentra humildad, la profunda convicción de nuestra nada y su todo. Las mil cabezas de la soberbia pueden aparecer en el espíritu de contradicción, en el protagonismo, en caer en el influjo de una sociedad competitiva, en el referirnos al yo en las conversaciones, en el rechazo a la obediencia, etc.



4 de febrero

Fe para agradar a Dios

En el siglo XIX se desarrolló en ambientes protestantes la teología liberal, a la que le parecía indigno de los Evangelios la presencia de los milagros. Era, decían, como una rendición del intelecto. Nosotros confesamos la verdad de ellos como “sello del Rey”, que testifican la divinidad de Jesús. Y no solo eso: afirmamos que, en realidad, todo nuestro mundo es milagroso. Estamos invitados a descubrir la suavidad del universo rompiendo la dura barrera del materialismo.