Muerte



Morir cara al Cielo

Jesús invita a no temer la muerte, y a plantearla como la afrontó Él: la meta, la culminación de nuestra vida. Ejemplos de muertes con sentido de eternidad. Ofrecer la nuestra junto a la de Jesús, e ilusionarnos con la posibilidad de morir “en un acto de perfecta caridad hacia Él”.



La buena muerte

El punto de llegada de nuestro viaje por la vida es la muerte. Deseemos morir “con el Señor”, y de ese modo la muerte será la meta lograda. La invitación es crecer en el amor cada jornada, pues al final de todas, la pregunta sobre el amor será la única. Anhelemos la contemplación del rostro de Cristo, preparando el dichoso momento del encuentro.



Morir deseando unirme a Cristo

“Mors mortem superávit”: desde Cristo, la muerte supera a la muerte; la muerte es entrar en la Vida. ¿Cómo morir? En un acto de perfecta caridad, “con el deseo de unirme al único objeto de mis amores” (S. Josemaría). La muerte no es el fin de la vida, es su solución. Aquí dejamos todo lo caduco, para comenzar nuestra existencia eterna. Abandonar en Dios el tiempo, el lugar, el modo.