Muerte



La eternidad prepara nuestra muerte

Hay quien piensa que en esta vida ha de aprovechar todos los placeres que se le presentan porque, de cualquier manera, vamos a morir. Sí, pero eso supondría olvidar la vida futura. Nos conviene saber lo que hay después. Todo depende de cómo me encuentre la muerte. Ese momento decide mi futuro. Llegará en el mejor momento, pero hemos de pedir: “haz que yo muera en un acto de perfecta caridad hacia ti”.



Vivir ilusionados con morir

En la resurrección del hijo de la viuda de Naím encontramos una revelación de la muerte que debemos esperar. En la puerta de la aldea se encuentran las dos comitivas, Jesús detiene el féretro y le ordena levantarse al joven. Éste ve el Rostro amabilísimo, que esperamos ver nosotros. Saber vivir de encuentros, deseando el definitivo, para que crezca el ansia a medida que transcurre la vida.



Considerar la muerte evita la frivolidad

¿Tenemos sentido de la caducidad de la vida? ¿Nos planteamos las cosas con ojos de eternidad? Hemos sido testigos de muchas muertes, y frente a ellas quedamos sobrecogidos ante el silencio del misterio. Pero ese misterio se esclarece con la muerte de Cristo, que no termina en el sepulcro sino en la Resurrección. Dos consideraciones del beato Álvaro: la muerte nos sale al paso de una vida frívola y de una vida pendiente de la opinión ajena.