Voluntad de Dios



Hacer la Voluntad de Dios

En el 2º domingo de Cuaresma meditamos el misterio de la Transfiguración del Señor. Nos sirve para recordar nuestra meta, el sentido último de la existencia. Es un momento de replantearnos la santidad, que consiste en el cumplimiento fiel de la Voluntad de Dios. Una señal para saber si vamos bien es por la ausencia de quejas: callar, rezar, trabajar, sonreír.



El Espíritu Santo nos hace discernir la Voluntad de Dios

Los hombres conocemos muy imperfectamente a Dios y las cosas de Dios. No tenemos una brújula segura, si contamos solo con nuestras fuerzas. Por eso nos ha sido enviado el Espíritu Santo, que nos resulta imprescindible para ir adelante en el camino hacia el Cielo.



Las pruebas invitan a la conversión

Nuestra vida es una peregrinación, como la de Israel por el desierto. Dios envía a su pueblo constantes pruebas “para que no se olviden del Señor su Dios”. Lo mismo hará con nosotros, instruyéndonos a base de penas y alegrías en este viaje que desde la esclavitud del pecado nos conduce a la tierra que “mana leche y miel”, es decir, a la eternidad. Nada que procede de la Mano de Dios ha de parecernos “horroroso”, pues su origen es el Amor infinito.