Pureza, Santa



Pureza: fruto del amor.

Jesús, maestro de moral, no se queda en la exigencia externa, sino que mira el corazón. Quien mire con malos deseos a una mujer, ya adulteró con ella en su corazón. La clave, pues, será cambiar los malos deseos, pues el acto sigue al deseo. Un amor mayor, un corazón encendido, lleva a la pureza de corazón, y somos entonces capaces de la castidad.



Corazón puro para ver a Dios

El corazón puro es el órgano para ver a Dios. Como los fariseos, tenemos la tendencia a pensar que las injusticias proceden de fuera, sin considerar que el mal está en el fondo de cada corazón. La doctrina de san Juan de la Cruz sobre las noches purificadoras del espíritu y del sentido arroja luz para que sepamos colaborar con Dios en esa tarea purificadora.



Afinar en la Santa Pureza

En el festín de Baltazar, Dios envía el castigo por haber profanado los vasos del Templo de Jerusalén. Más grave es la profanación de los vasos vivos de los cuerpos. Faltar a la pureza tiene algo de sacrilegio. Vivir la pureza tiene mucho que ver con el “amarás”. La pureza agranda el corazón, facilita la afectividad y es fuente de alegría.