Contemplación



Inmersos en la oración

Al fijarnos en la Persona de Jesús, advertimos que está “inmerso en la oración”. La esencia de la oración es mirar a Otro, dirigirse “más allá”, como experiencia de una realidad que supera lo sensible y lo contingente. Hay infinitas maneras de orar, pero todas tienen en común la “conciencia del Otro”. Pedir la gracia de vivir orando, de hacer de nuestra vida una continua oración.



Cielo y oración contemplativa

El Cielo es ver a Dios, contemplar su esencia. Tenemos desde ahora una puertita abierta para meternos al Cielo con la oración contemplativa. En ella buscamos “al amado del alma”, tomándonos el tiempo que sea necesario para lograr el encuentro. La atención a Él es renuncia al yo, y el don de la contemplación nos permite acceder al conocimiento interno del Señor.




Oración contemplativa

Si nuestra ocupación en el Cielo consistirá en contemplar a Dios en la visión beatífica, nos es preciso comenzarla en la tierra. No basta la meditación, que nos deja en los medios; solo la contemplación nos permite acceder al fin. ¿Por qué no practicarla diariamente? Una opción es dedicar a ese efecto la oración de la tarde, dejando para la mañana la meditación.