Muerte



Morir deseando unirme a Cristo

“Mors mortem superávit”: desde Cristo, la muerte supera a la muerte; la muerte es entrar en la Vida. ¿Cómo morir? En un acto de perfecta caridad, “con el deseo de unirme al único objeto de mis amores” (S. Josemaría). La muerte no es el fin de la vida, es su solución. Aquí dejamos todo lo caduco, para comenzar nuestra existencia eterna. Abandonar en Dios el tiempo, el lugar, el modo.



Preparar la propia muerte

En el viaje de la vida que estamos recorriendo pensamos, sí, en el punto de partida, en nuestro origen. Pero también en el destino. Es una buena práctica de oración la preparación de la propia muerte, ya que en esos momentos quizá no tendremos un adecuado dominio de nuestras facultades. Saber envejecer aprovechando cada instante para crecer en el amor, con la ilusión del encuentro.



Morir con gozo

¿Cómo me planteó la muerte? No la muerte en general, sino la mía. ¿Me la planteó como Cristo, viéndola constantemente, como el momento cumbre de amor? Aprovechar el tiempo querrá decir crecer en el amor en cada instante. El depósito de 86,400 segundos que cada día se nos hace es una invitación a no malgastarlos en nada distinto al amor..