Muerte



Considerar la muerte evita la frivolidad

¿Tenemos sentido de la caducidad de la vida? ¿Nos planteamos las cosas con ojos de eternidad? Hemos sido testigos de muchas muertes, y frente a ellas quedamos sobrecogidos ante el silencio del misterio. Pero ese misterio se esclarece con la muerte de Cristo, que no termina en el sepulcro sino en la Resurrección. Dos consideraciones del beato Álvaro: la muerte nos sale al paso de una vida frívola y de una vida pendiente de la opinión ajena.



Morir cara al Cielo

Jesús invita a no temer la muerte, y a plantearla como la afrontó Él: la meta, la culminación de nuestra vida. Ejemplos de muertes con sentido de eternidad. Ofrecer la nuestra junto a la de Jesús, e ilusionarnos con la posibilidad de morir “en un acto de perfecta caridad hacia Él”.



La buena muerte

El punto de llegada de nuestro viaje por la vida es la muerte. Deseemos morir “con el Señor”, y de ese modo la muerte será la meta lograda. La invitación es crecer en el amor cada jornada, pues al final de todas, la pregunta sobre el amor será la única. Anhelemos la contemplación del rostro de Cristo, preparando el dichoso momento del encuentro.