Contemplación



Llegar a la contemplación amorosa

Jesús va al monte a orar. Tan intensa sería su oración que el Padre “lo arrebata”, elevándolo y dejando ver su gloria. Vamos también nosotros a lograr esa oración arrebatadora si subimos al monte (soledad de recogimiento y elevación sobre las cosas de la tierra), fijamos los ojos en el rostro de Cristo y permitimos también ser arrebatados por su amor.



Sé contemplativo

Pensar en el Cielo nos recuerda nuestra vocación fundamental al amor. El Cielo es estar con Cristo, en unión indisoluble. Es contemplarlo, para poseerlo y ser poseídos por Él. Podemos comenzar el Cielo con nuestra vida contemplativa, pero, ¿cómo lograrlo?



Provisión de aceite

Corremos el riesgo de meter las parábolas de Jesús en el baúl de las cosas ya sabidas. Como la de las vírgenes necias y prudentes que tiene, sin embargo, muchos matices. Fijémonos en el aceite, seguramente de oliva, algo de gran valor entonces y ahora (el “oro líquido”). Pero solo con él se alumbra. Es una imagen de la vida contemplativa, vida nada fácil de lograr. De diez, cinco no llevaban provisión. ¿El 50% de los amigos se queda sin ella?