Filiación divina



Hijos del Padre

Increíble revelación, que debe constituirse en el fundamento de toda nuestra vida. Una nueva relación: paternidad del Padre hacia mí, filiación mía hacia Él. ¿Entrega a medias, o infestada de temor, o con victimismo? En estos casos tendríamos que incrementar nuestra conciencia de hijos.



Conciencia de hijo

Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron. Pero a quienes lo recibieron, les dio poder de llegar a ser hijos de Dios. Esta es nuestra verdadera grandeza. Nada comparable a la grandiosidad del proyecto de Dios. Realmente, nos cambia nuestra naturaleza limitada por la participación en la suya. Consecuencias: paz, visión positiva, entrega porque son las cosas del Padre…



Hijos de Dios movidos por el Espíritu

“Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios” (Rom 8, 14). Continúa el Apóstol explicando que ese Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio que somos hijos de Dios. Si consideramos frecuentemente la dichosísima verdad de la filiación divina nos ubicaremos en nuestro ser verdadero. Pero es preciso ser dóciles a las mociones del Espíritu Santo, para que esa nueva naturaleza divina se manifieste en obras también divinas.