Alegría



Alegría siempre

Cuando volvieron los apóstoles luego de su primera misión, “Jesús se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo”. El cristianismo es una religión de alegría. Podemos estar cansados, pero no triste. Puede estar el rostro severo, pero no apesadumbrados. En caso contrario, tendríamos que revitalizar nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro amor. Solución: rezar.



Visitación: Alegría

Sencilla aunque elocuente escena de la vida de María. Lleva a Jesús, transporta alegría, la comunica e irradia salvación. Bonita obra de misericordia: consolar al triste. Saber sonreir, saber saludar, disipa tinieblas en corazones atribulados.



Transmitir alegría

La alegría viene del encuentro, porque el cristianismo es un rostro, una persona. Es el Mesías, que con su llegada nos trae cuanto puede proporcionarnos contento y paz. La alegría no es una virtud distinta a la caridad, sino cierto acto y efecto de ella. La tristeza vendría a ser, entonces, una suerte de apostasía de la fe.