Adorar la Sagrada Eucaristía



Hacer amar la Eucaristía

Testimonio de santa Teresa de Calcuta: luego de establecer en su congregación una hora de adoración eucarística, el amor a Jesús se volvió más íntimo, la fraternidad más comprensiva y se duplicó el número de vocaciones. Es lógico: estando ahí el Autor de toda gracia, de ahí fluyen los bienes a la Iglesia. Que de todos sea amado, Jesús sacramentado.



Centro de gravedad

En la naturaleza, todos los cuerpos son atraídos al centro de la tierra, por la fuerza de gravedad. ¿Habrá en las almas también una fuerza de gravedad? Sin duda: Jesús Sacramentado. En el Corazón ahí oculto opera una atracción infinita… siempre y cuando nos abramos por la fe y el amor.



Expresión sacramental de la fe

La naturaleza sacramental de la fe alcanza su máxima expresión en la Eucaristía. En efecto, desde la Encarnación nuestra fe es “sacramental”, en el sentido de signo sensible de la gracia invisible. En la Eucaristía falla la vista, el tacto y el gusto, pero nos basta la fe para creer con firmeza. No somos idólatras de un pan, porque no hay pan ya que se obró el prodigio de la transustanciación. La comunión vendrá entonces a ser el principal alimento para la fe.