Comunión



Alma de Cristo, santifícame

Buscar los bienes de arriba, pide san Pablo. Pero… ¿cómo?, ¿dónde, ¿cuándo? En todo lugar, en todo momento y con todo el corazón. Pero especialmente el tiempo después de haber comulgado. La oración “Alma de Cristo, santifícame; Cuerpo de Cristo, sálvame…”, además de su valor doctrinal, nos enciende en el amor.



Pan vivo

Benedicto XVI dejó palabras llenas de fe y amor a la Eucaristía, por ejemplo: “Este acto de ‘comer’ es realmente un encuentro entre dos personas. Es entrar en comunión con la persona del Señor vivo. Dejarse penetrar por la vida de quien es el Señor, mi Creador y mi Redentor”. Una vida eucarística es una vida que ha atinado a la diana del cristianismo.



Recibirlo con música

Las multitudes se agolpaban en torno a Jesús. ¿No lo tenemos hoy también, al mismo Cristo, entre nosotros, en la Eucaristía? ¿No encontramos ahí todo deleite? ¿Entendemos el sentido de ese sacramento de transformación? Podemos aprender de los santos: santa Teresita invocaba a María para que sacara los escombros de su corazón e invitara a la corte celestial a recibir al Divino Huésped.