Comunión



Sangre de Cristo en nuestras venas

“Piadoso Pelícano, Jesús, Señor, límpiame a mí inmundo con tu Sangre, uno de cuyas gotas puede limpiar de todos los crímenes al mundo entero”. La Sangre de Cristo –toda ella– la recibimos al comulgar. Nos limpia, pero tiene también la fuerza para encendernos en amor, para embriagarnos. Valorar el sacramento, y pedir perdón por “los lugares vacíos” y la inconsciencia.



Comulgar me santifica

Parábola de los lugares vacíos y del invitado que llega sin traje de bodas. San Gregorio Magno la refería a la Eucaristía: la fe nos hace ir a ella, pero el vestido que se requiere es el amor para recibirla. Oración “Alma de Cristo, santifícame”: tesoro de piedad y de doctrina.



Sacralidad de la Eucaristía

¿Tenemos conciencia de la adoración que se debe al Santísimo Sacramento? El Sancta Sanctorum era sólo una pálida sombra de lo que vendría: el Espíritu Santo nos enviará el don de temor, que nos hace percatarnos de la sublimidad de un Dios con nosotros.