Quién es



Encuentra a Jesús

En la lectura continuada del Evangelio de San Lucas nos encontramos con el dolor de Jesús que reclama a “esta generación” su incredulidad. Los ninivitas se convirtieron, y también la reina de Saba. Y ellos tenían señales superiores. Nosotros, ¿nos hemos convertido a la fe del Hijo de Dios presente en cada instante de nuestra vida?



El Señor es mi Pastor

Meditando el salmo 23 (Vg 22) encontraremos gran paz. Tomando conciencia de Quién es nuestro Pastor, no temeremos incluso atravesar cañadas oscuras. Nos sentiremos reconfortados con pastos abundantes y fuentes tranquilas. Nuestros enemigos –el mundo, el demonio y la carne– se verán burlados y abrigaremos la convicción de habitar en casa del Señor por años sin término.



Bienaventurado el que no se escandalice de Mí

Muchos de los oyentes de Jesús se escandalizaban de Él, sobre todo cuando lo oían decir que era el Hijo de Dios. Queremos hacernos acreedores a esa bienaventuranza confesando nuestra fe en la Encarnación del Verbo: un prodigio que evita una fe evanescente, una quimera. No nos escandalizamos de Él cuando lo encontramos vivo y el mismo en la Eucaristía y en nuestra cotidianidad.