Espíritu Santo



Ven, ¡oh Espíritu Santo!

Seguimos la recomendación de Jesús: no se alejen de Jerusalén aguardando al Espíritu Santo. Eso queremos hacer en este Decenario, porque el Espíritu es la Ley Nueva, la ley interior. Sin Él, nada podríamos. La letra mata, el Espíritu vivifica, decía san Pablo. Solo si nos visita, podrá cambiar nuestro corazón de piedra en un corazón de carne. Invitándolo, nos inspira y nos fortalece en el proceso de santidad.



Contar con el Santificador

En el Decenario de preparación para Pentecostés queremos advertir y secundar la acción del Espíritu Santo. Sin Él no podemos santificarnos, y con Él tendremos la abundancia de sus dones. San Josemaría redactó una consagración al Espíritu Santo en la que desglosa cada uno de los siete dones. ¿Cómo lograr que nos muevan?



Acción del Espíritu

El Espíritu Santo es el gran don que nos obtuvo Jesús. ¿Contamos con Él en nuestro proceso interior? ¿Nos apoyamos en su acción? Es verdad que no percibimos sensiblemente su presencia, pero sí la percibimos por sus frutos. San Josemaría nos ayuda, en la fórmula que redactó para la Consagración al Espíritu Santo, a discernir en la acción de los dones.