Filiación divina



Presentes en Nazaret

Vamos a presenciar el más grande prodigio que han contemplado los siglos: Dios que se encarna en la joven Nazarena. Pasmados, contemplamos el misterio, y aprendemos de María a responder prontamente a las invitaciones de Dios. Entonces también nosotros podremos recibir la filiación divina.



Conciencia de hijos

En Cristo encontramos nuestra identidad: somos, con Él, hijos de Dios. Nuestra nueva naturaleza es divina. Hace falta la ayuda del Espíritu Santo para asumir nuestra dignidad, y así fundamentar la existencia en ella.



En su Encarnación Cristo se ha unido a todo hombre

El Hijo de Dios se hizo hombre para que los hombres sean hijos de Dios. Esa es nuestra grandeza, la razón última de la inmensa dignidad del ser humano: alguien divinizado, siendo uno en Cristo. Todos los misterios de su vida de alguna manera se hacen presentes en la nuestra, y entonces somos hijos del Padre. La filiación divina es el fundamento del espíritu del Opus Dei.