Filiación divina



Magno proyecto

En el evangelio del viernes de la semana XXVIII del tiempo ordinario Jesús nos revela que Dios tiene en cuenta hasta los cabellos de nuestra cabeza, y que a sus ojos valemos más que todos los pajarillos. Corolario de la gozosa verdad de nuestra filiación divina, que nos lleva a ser uno en Cristo.



Sabernos hijos de Dios

Verdad que nos rebasa: nuestra filiación real con Dios. Somos partícipes de la naturaleza divina, por la vida de Cristo que se nos infunde en el Bautismo. Encontramos acentos de admiración y agradecimiento en las reflexiones teológicas que aparecen en las cartas de san Juan, de san Pablo y de san Pedro. Agradecer al Padre celestial tan inmenso don, y vivir envueltos en la seguridad de su Amor paterno.



Increíble plan divino

A Nicodemo le revela Jesús la hondura del plan divino: dar a los hombres la vida del Espíritu, la vida suya. En la filiación se participa de la naturaleza del padre, y por eso debemos comprender que somos hechos dioses. ¿Cuál es el nuevo modo de actuación de los dioses por participación? El ejercicio de las virtudes teologales y la docilidad al Espíritu Santo.