Alegría



Cara de funeral

Las primeras palabras de la Ex. Ap. Evangelii gaudium nos invitan a renovar la alegría del encuentro con Jesús, siempre posible. Permanece siempre ese punto de esperanza que irá surgiendo incluso en las situaciones más dolorosas. El encuentro con Jesús nos hace sembradores de paz y de alegría.



El don de la alegría

Jesús decía a sus discípulos que se regocijaran y dieran saltos de alegría porque su nombre estaba escrito en los Cielos (Lc 10,17). Es la alegría de saber que no vivimos ni trabajamos en vano. Pero la alegría es un don, que Dios concede a los que le son fieles, y es el don que resume todos los demás, porque es efecto de la felicidad. La alegría procede fundamentalmente de saberse amado.



Aleluya, Alegría, Iucunditas.

Mens concordet voci, es una expresión útil para la celebración litúrgica. Por ejemplo, al decir “Aleluya” ¿estamos en realidad glorificando a Dios? (hallelú-Yá). Porque el Evangelio es alegría, y a Dios le damos alegrías cuando nos ve felices. Perderla es señal de que nos desconectamos de Dios. La iucunditas es una virtud que podemos fomentar, y nos lleva a convertir en alegre sonrisa las cosas vistas y oídas.