Adviento



Haz silencio para recibir a Jesús

El IV domingo de Adviento nos enfila ya directamente a la Navidad. En la oración después de la Comunión pedimos un aumento de fervor que nos haga capaces de experimentar la Salvación. Porque Jesús, y solo Él, es Salvador. Salva a todos los hombres y salva de todo mal. Acerquémonos a Él en el silencio y la fe, para que nos sane de las mariposas negras que nos distraen de su Amor.



Lecciones de humildad  

En los misterios del Adviento y de la Navidad todo nos habla de humildad. Una “cátedra de humildad”, decía san Josemaría. Fijémonos hoy en uno de los personajes del Adviento: José, un santo de humildad. ¿Su secreto? Vivir descentrado de sí mismo por estar sobre centrado en Jesús y María. No hay santo sin humildad, y mientras más humildad, más santidad.



Signos de la Navidad

Tanto la liturgia como la piedad popular nos presentan de continuo signos que apuntan al Mesías anhelado. Uno de ellos es la luz: múltiples luces brillantes que disipan la oscuridad, nos hablan de la superación del error y del pecado. Los Nacimientos centran nuestra mirada en el Misterio. En ellos, los pastores, los ángeles, la cuna vacía, que invita a llenar. Y José y María.