María y los frutos del Espíritu Santo
Ave, gratia plena!, fue el saludo de Gabriel. Y María se turbó, porque es impresionante saber, por un enviado celestial, la plenitud de Dios en su alma. ¿Cómo saber si me voy llenando de Dios? Por la presencia de los frutos, que no es lo mismo que los resultados. Estos son obra humana; aquellos, divina.