Voluntad de Dios



Las pruebas invitan a la conversión

Nuestra vida es una peregrinación, como la de Israel por el desierto. Dios envía a su pueblo constantes pruebas “para que no se olviden del Señor su Dios”. Lo mismo hará con nosotros, instruyéndonos a base de penas y alegrías en este viaje que desde la esclavitud del pecado nos conduce a la tierra que “mana leche y miel”, es decir, a la eternidad. Nada que procede de la Mano de Dios ha de parecernos “horroroso”, pues su origen es el Amor infinito.



Providencia, Palabra, Moción, Voluntad de Dios.

El profeta Jeremías es figura de Jesucristo en su Pasión. Por cumplir la voluntad de Dios fue constantemente encarcelado, torturado, denigrado. Pero permaneció fiel y, al final, se libró de la invasión babilónica. Aprendamos en toda situación a decir que sí al querer divino, que se manifiesta en la Providencia del Padre, la Palabra del Hijo y las mociones del Espíritu Santo.



Nuestro alimento es cumplir la Voluntad de Dios

Hacer y amar la voluntad de Dios: eso es la santidad. Jesús habla de que eso es su alimento: hacer la voluntad de Dios nutre y deleita. Comenzar con los mandamientos, luego con los deberes de estado y, por fin, con todas las mociones interiores del Espíritu Santo. Ejemplo de san Juan de la Cruz.