Diciembre



8 de diciembre

Agradecer el prodigio de la Inmaculada Concepción

En esta Solemnidad queremos evitar el riesgo de limitarnos a considerar fríamente este dogma de fe. Estamos hablándole a Santa María, uniéndonos a su alabanza a Dios por los dones que le concedió. Nos manifestamos enormemente agradecidos con el Creador que quiso regalarnos una Madre en plenitud de amor. Ella nos ama a cada uno más que todas las madres a sus hijos, porque en María no existen dos maternidades: nos ama con el mismo amor con el que ama a su Hijo.



9 de diciembre

Esperanza: ya pero aún no.

Como en las partituras musicales, la Iglesia nos invita en Adviento a vivir día tras día el crescendo, que culminará en el fortíssimo de la Navidad. La liturgia nos alienta en la esperanza, sabiendo que esta no se refiere tan solo al futuro, sino que se verifica en cada instante: Dios es el que viene, en un presente continuo. La espera de Dios fundamenta nuestra esperanza.



10 de diciembre

El amor a su viña

Leamos ahora la parábola de los trabajadores de la viña en términos del pasaje de Isaías: “Voy a cantar a mi amado el amor por su vina”. El dueño de ella sale a todas horas para buscar trabajadores que acudan a trabajar en esa viña: tanto la ama, tanto le importa lo suyo -la humanidad- que todo apoyo para hacer fecunda la viña será bien recibido. Le daremos una gran alegría al Dueño si nos gastamos en el cuidado de la viña.