Julio



2 de julio

No quiero tibieza

“Corazones partidos yo no los quiero, y si le doy el mío lo doy entero”. Busquemos no quedarnos a medias en la respuesta a Dios: es muy triste tener una vela encendida a Dios y otra al diablo. Quedarse a medias, como Absalón colgado de la encina, es un papel deplorable. Démosle todo a Dios, sin medianías. Entonces Él podrá hacer grandes cosas en nuestra vida.



3 de julio

Santo Tomás Apóstol y la fe

En la memoria litúrgica del apóstol Tomás, aprendemos de su incredulidad. Y le debemos también la hermosísima confesión de fe que se sigue repitiendo en la elevación de la Eucaristía: ¡Señor mío y Dios mío! En el fondo, cualquiera de nuestros problemas encuentra su raíz en la falta de fe. Pongamos la visión de fe en los acontecimientos de cada día: en la infinitud de Dios todo está previsto.



4 de julio

Nuestra Señora del Refugio

Alegría, serenidad y consuelo saber que María es nuestro refugio. La etimología de esa palabra hace referencia a volver atrás, ampararse, buscar cobijo al advertir los peligros. Entonces retornamos al lugar seguro que nunca debíamos haber abandonado. Ella es el refugio de los pecadores; en su regazo encontramos la ternura maternal con la que Dios quiere perdonarnos para que continuemos felices y tranquilos en nuestro caminar terreno.