Recogimiento



Casa de oración

Jesús expulsó a los mercaderes del Templo diciendo “Está escrito: mi casa es casa de oración, pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones” (Lc 19, 45-48). Esa casa es nuestro propio corazón, templo y morada de Dios. Existe para acogerlo, y agradarlo en ese espacio interior. Para tener esa conciencia necesitamos la purificación, la liberación de los “ladrones” que muchas veces lo ocupan.



Oración de quietud

Vengan conmigo a un lugar solitario para que descansen un poco (Mc 6, 31). La esencia de Dios es el amor, lo que equivale a decir que la esencia de Dios es la unión. El “lugar solitario” es el propio corazón, y allí, con Jesús, podremos descansar en la oración de quietud, donde “las palabras resultan pobres, y se deja paso a la intimidad divina, en un mirar a Dios sin descanso y sin cansancio” (S. Josemaría).



Dios escondido en ti

Dios vive en lo escondido del corazón. La clave de la santidad es el encuentro con Él, ahí, donde vive escondido. ¿Cómo hallarlo? En el recogimiento de los sentidos y potencias, bajando hasta lo más profundo, para realizar ahí el encuentro y la unión.