Vocación



Sentido vocacional de la propia vida

El hombre es un ser llamado. Ha de comprender esto para vivir abandonado en Dios, tratando siempre de secundar el “proyecto de Amor creativo” dispuesto para él. Es un proyecto grandioso, que revela san Pablo al inicio de la carta a los Efesios: elegidos en Cristo, predestinándonos en Él a ser sus hijos. Horizontes amplios de vida interior, no reductivos.



La vida como vocación

“Hemos visto su estrella en Oriente, y venimos con regalos a adorar a Dios”. La historia de los Magos –que, en sentido profundo, son todos los verdaderos sabios- es la historia de toda vida. Somos llamados por Dios a través de misteriosas señales, y la sabiduría consiste en descubrir cómo esas señales nos llevan a Aquel de quien proceden. Nuestra vocación, como la de todos los hombres, es Cristo.



Cumplir la propia vocación

En un estudio sobre la fisonomía psíquica y espiritual de nuestro Señor Jesucristo, se afirma como el secreto de su personalidad un carácter inflexible que apunta siempre a su fin. También nosotros hemos de cumplir inflexiblemente la Voluntad del Padre. Porque cuando Dios elige, crea. La vocación no se equipara a las decisiones a nivel de tierra. San Josemaría decía que la respuesta a la vocación había de ser “firme, intangible, virginal, alegre e indiscutida”.