Esperanza



Confíen, Yo he vencido al mundo.

En el mundo encontrarán tribulaciones, pero confíen, porque Yo he vencido al mundo (Jn 16, 33). Jesús espera darnos en la medida en que confiemos, porque implica fe, esperanza y amor. Por eso el miedo o el pesimismo no le gustan. Pidamos la confianza, y corrijamos actitudes desenfocadas respecto a nosotros mismos, al apostolado, a la humanidad.



Provisión de esperanza

Según Jacques Phillipe, la mayor parte de los fracasos en una vida de entrega a Dios provienen del desaliento. No sabemos contar con la esperanza teologal, que se apoya en “el amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones”, y que por eso “la esperanza no falla” (Rom 5, 5). Ilusionarnos con el pensamiento de que, apoyados en la gracia de Dios, llegaremos a ser muy santos y almas de profunda vida contemplativa.



Dios te hizo para la felicidad

La esperanza es una virtud para practicar ahí donde existe la debilidad, la miseria, ahí donde todo es efímero. Y tiene unas hermanas que la acompañan siempre: el optimismo, la alegría. Dios nos hizo para ser felices y la clave está en abandonarse al amor de Jesucristo.