Esperanza



Espíritu deportivo y esperanza

San Pablo compara la vida cristiana con las competiciones deportivas. El carácter lúdico, la alegría del esfuerzo, resultan adecuadas comparaciones. En la carrera hacia la eternidad, sin embargo, lo que cuenta es esa sustancia energética imprescindible: la gracia de Dios, y no la capacidad personal. Pensar que Dios es magnánimo y quiere darnos gracias como a los santos más santos.



Esperanza viva

“No tengáis miedo, pequeño rebaño, porque ha sido del agrado del Padre daros el Reino”. Frase de Jesús, que a pesar de lo enfático, no acabamos de creer. Quizá porque nadie en el mundo puede asegurarnos algo de modo absoluto. Darle a Dios el obsequio de nuestra confianza, sin perder de vista que nos dirigimos al Cielo.



El mal del desaliento

“En su nombre pondrán las naciones su esperanza”, dice del Mesías el oráculo del profeta Isaías. Y seguimos nosotros tratando de no perder ese punto de apoyo fundamental, porque el desaliento y la inquietud frenan dolorosamente el avance en el amor. Detectar el punto de desesperanza, para potenciarlo con la seguridad del amor infinito de Dios.