Amor a Dios



El aceite es el amor

Entre quienes creen y esperan la vida eterna y lo que no, la diferencia es absoluta. Prepara el momento de la muerte con tu ilusión del encuentro. Adelántala muchas veces. El aceite de las lámparas, en le parábola de las diez vírgenes que esperan al Esposo, es el amor. Aprovechar el tiempo es crecer cada instante en el amor.



Dame, hijo mío, tu corazón.

“Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón”. Pasaje del libro de los Proverbios, antecedido por otro en el que Dios nos dice: “Dame, hijo mío, tu corazón”. Dios podría tenerlo todo, excepto un corazón cerrado a su amor. Como ama, le importa tanto nuestra respuesta de amor puro. Necesitamos una gran finura de alma para evitar el deterioro de nuestro corazón, buscando asimilarlo al Purísimo de María.



Deseo central: justicia para con Dios.

La bienaventuranza que habla del hambre y sed de justicia se refiere tanto al deseo de que Dios sea amado como al afán de la santidad personal. Habla, por tanto, de aquello que constituye el principal de los deseos del corazón humano, aquel que centra y determina el sentido de todos los demás. Ese deseo puede extinguirse por la falta de oración y por el desánimo.