Amor a Dios



Hambre y sed de justicia

¿Se puede ser feliz teniendo hambre y sed? Así lo afirma la bienaventuranza, y mientras más acuciantes sean esa hambre y esa sed el que las padece es más feliz. Es el ansia de que Dios sea amado, pues entonces se cumple la justicia más fundamental. Amarlo yo y desear que todos lo amen. Incluye, por tanto, el afán de santidad y el celo apostólico.


Apostolado: fruto del amor.

El Señor llama a trabajar a su viña al amanecer, a media mañana, al medio día, a media tarde y al caer la tarde: nunca hay excusa. Pero se trata de llenarse de Él para poder comunicarlo. Portadores de Cristo, como el burrito que le sirvió de trono para tomar posesión de la ciudad santa.



Amarás con todo

El Evangelio del viernes de la III semana de Cuaresma recoge la respuesta de Jesús respecto al primero de todos los mandamientos. Es ilusionante advertir que no se trata de algo limitante, mutilador, sino al revés. Es algo que responde a la más profunda realidad de nuestro ser, que encuentra su identidad, y su felicidad, en el amor.