El Resucitado lo llena todo

La Resurrección de Jesús, además de ser un milagro, es un misterio. Él entra, también corporalmente, a la vida que ya no está limitada por el espacio, ni por el tiempo, ni por el declive, ni por la muerte. La realidad creada de Jesús, glorificada, asume la creación, y en Él nos movemos, existimos y somos. Él lo llena todo con su presencia.



Entrega, Cruz y Eucaristía

Cerca ya del triduo pascual, nos disponemos a vivir los misterios centrales de nuestra fe. Son misterios tan grandes que nos rebasan del todo. Especialmente nos disponemos a meditar la entrega de Jesús, tanto en el Pan como en el Calvario. Misterios inseparables, la Eucaristía y la Cruz.




Es Él, es Jesús

El jueves de la Octava de Pascua presenta la primera aparición del Resucitado al grupo de los que estaban reunidos en el Cenáculo, diciéndoles Soy Yo, no se turbe su corazón ni desconfíen. Lo mismo nos repite desde la Hostia: ahí está Jesús, y no tenemos derecho a dudar, sino a dar nuestra vida por la Eucaristía. Particularmente los sacerdotes, y los que se preparan para serlo, los seminaristas.