Amor a Jesús



Vengan a Mí

Jesús tiene un corazón compasivo, comprensivo. Sabe que necesitamos descanso, y nos dice que para lograrlo hemos de “ir a Él”. Y que debemos atarnos a su yugo, es decir, a las reglas del amor. Tenemos las prácticas de piedad que nos permiten mantener una continuidad de presencia suya. Entonces nos saldrá espontáneo el agradecimiento por sus múltiples dones.



Jesús como amigo

Felipe, ¿hace tanto tiempo que estoy contigo y aún no me conoces? Pregunta siempre actual con cada uno como interlocutor. Desea que lo conozcamos como amigo cercano, indecible, mendicante, fiel, accesible, incondicional. La amistad es recíproca: así es la suya, ¿cómo es la nuestra? El peligro de la falsa humildad que nos lleva a manutenernos con un trato distante.



Para amarlo hay que rozarlo

Estamos invitados a re-conocer a Jesús. “Solo aquellos que tienen la sabiduría de Dios son los que lo reconocen”. Es verdad que nosotros lo conocemos, pero podemos re-conocerlo con una mayor cercanía, en la continuidad para tratarlo, en la confianza. “No os conforméis con un trato superficial; dejar que reaccione el corazón”, invitaba el beato Álvaro. ¿No podría ser más personal, más continuo, más hondo, mi trato con Jesús?