Rocío que cae sobre la tierra
“Cielos, dejen caer su rocío; nubes, esparzan al Justo. Que la tierra se abra y produzca como un germen al Salvador (Isaías 45, 8). A la letra, eso ocurrió en la Encarnación del Verbo. La tierra, la materia, recibe a la divinidad. Y es el fundamento para confiar en nuestra propia divinización, en ser el mismo Cristo. Parecería una audacia decirlo, pero es el proyecto del Padre celestial, que seamos Jesús.