Amen a la Inmaculada
Siendo niño, Maximiliano Kolbe tuvo una aparición de la Santísima Virgen. Desde entonces, le profesó un amor intensísimo, y solía repetir: “¡Amen a la Inmaculada, ámenla cuanto sepan y puedan!”. Experiencia tenía de los incontables bienes que se siguen de ese amor intenso. Busquémoslo nosotros, suplicándole que nos tome como cosa y posesión suya.