Madre de la Gracia
“Bienaventurados los devotos de María, porque su nombre está escrito en el libro de la Vida”. Convicción de san Buenaventura que nos cuestiona: ¿cómo ser devoto de María? Lo primero es por nuestra asimilación a su alma inmaculada: aborrecimiento al pecado y a las ocasiones de cometerlo.
La Inmaculada es nuestro destino
María, sin pecado. María, en gracia concebida. Cuánto bien nos hace contemplar a la Purísima: nos anima, nos recuerda el proyecto de Dios, que de ahí somos. Cuánto bien nos hace comprobar que uno de los nuestros está más allá de todo mal y de toda limitación. La Inmaculada alienta nuestra esperanza.