Inmaculada



8 de diciembre

La llena de gracia nos invita a imitarla

“Alégrate, llena de gracia” (Lc 1, 28). Nos unimos al saludo del ángel y nos alegramos con él y con todos los coros celestiales, con la Iglesia triunfante, purgante y militante. La Gracia es la más grande expresión del amor de Dios, nos diviniza, nos comunica la vida misma de Cristo. Pensemos que minuto a minuto puedo crecer en gracia, especialmente a través de la fructuosa recepción de los sacramentos, a la oración unitiva y a las buenas obras, como la caridad y la penitencia.



8 de diciembre

La Inmaculada es la Iglesia

¿Qué quiso Dios al hacer a María Inmaculada? Preparar una digna morada para su Hijo. Pero también hacernos ver su proyecto para todo hombre. Por eso es la Iglesia, aquello que todos debemos ser. Demos gracias al Padre celestial por este privilegio para nuestra Madre pero con la conciencia de que es también para nosotros. Nos sube la autoestima sabernos hijos de una Madre así.



8 de diciembre

La historia de amor de la Inmaculada

El arco que describe la historia de un gran amor comienza en la Concepción Inmaculada y concluye en la Asunción a los Cielos. Todo arranca con un alma llena de gracia y concluye con la gloria que esa gracia preanunciaba. Apreciemos la gracia como lo que es: el don de Dios que es Dios mismo y que nos diviniza. María es el pensamiento originario de Dios, lo que todos debemos ser.