Recogimiento




Valor del silencio

Cristo en el desierto nos revela la condición del hombre orante. El entorno es preciso: en el desierto no hay sino silencio y austeridad. En el silencio se comunica Dios, y debemos hacerlo no sólo en el sentido audible, sino también silencio en los ojos, en la mente, en la afectividad. Entonces escucharemos la voz del Señor.



Cómo orar

De Jesús aprendemos a orar. Él se iba “a lugares solitarios”: primera enseñanza: la soledad. La oración en el encuentro con el Dios vivo y verdadero, de persona a persona, cara a cara, y se precisa la paz del alma. No es tarea fácil, porque consiste en trascender, desde lo profundo, al Otro. Pero es lo propio del hombre, lo que le revela su grandeza.



Recogimiento: tiempo de la noche. 

Cuando vayas a orar, entra en tu aposento, y después de cerrar la puerta, ora a tu Padre… (Mt 6, 6). El aposento es el lugar de la privacidad, ahí donde somos en realidad nosotros mismos. Entrar ahí, sin embargo, no es fácil, hay que “forzarnos” contra la dispersión. Nos ayuda el silencio nocturno, como si Dios hubiera hecho la noche no solo para el descanso corporal sino también para el del espíritu.