Todo surge del corazón
Jesús nos advierte, con la condena a los fariseos, del riesgo del formalismo. Él ve el corazón, es decir, el punto de convergencia de la persona toda, el verdadero yo de cada uno. Y eso es lo que busca que le demos, proceso que viene descrito en el capítulo de Camino titulado, precisamente, “Corazón”.