Vida interior



Todo surge del corazón

Jesús nos advierte, con la condena a los fariseos, del riesgo del formalismo. Él ve el corazón, es decir, el punto de convergencia de la persona toda, el verdadero yo de cada uno. Y eso es lo que busca que le demos, proceso que viene descrito en el capítulo de Camino titulado, precisamente, “Corazón”.



Recógete hasta la séptima morada

Jesús no solo nos da ejemplo como el Gran Orante, sino que también nos da lecciones de cómo orar. Cuando vayas a orar, entra en tu aposento y cierra la puerta… (Mateo 6, 6). Santa Teresa compara nuestra alma con un castillo de muchas moradas, en cuyo centro está Dios. Transitar de una morada a otra va suponiendo el avance interior, hasta llegar a la plenitud de la unión transformante.



Sostener la vida interior con normas de piedad

Jesús nos ha comunicado su propia Vida, la Vida divina. Por encima de nuestra vida biológica y nuestra vida racional, hemos recibido una Vida que debemos apreciar y cultivar. ¿Se me desdibuja? ¿La cultivo? E, incluso, ¿a veces la desprecio?