Filiación divina



En su Encarnación Cristo se ha unido a todo hombre

El Hijo de Dios se hizo hombre para que los hombres sean hijos de Dios. Esa es nuestra grandeza, la razón última de la inmensa dignidad del ser humano: alguien divinizado, siendo uno en Cristo. Todos los misterios de su vida de alguna manera se hacen presentes en la nuestra, y entonces somos hijos del Padre. La filiación divina es el fundamento del espíritu del Opus Dei.



Dignidad inmensa

¿Sabemos en qué consiste realmente la buena nueva? En que Cristo nos comunica su propia vida, haciéndonos hijos de Dios, verdaderamente participantes de la naturaleza divina y coherederos con Él. ¿Puede caber un sueño más ambicioso, una generosidad mayor de nuestro Dios? Aprecia y agradece tu bautismo.



Radicalmente hijos 

Confesamos a Dios como Padre, porque así nos lo ha revelado Jesús. Él es radicalmente, esencialmente, Padre. De Él deriva toda paternidad. La consecuencia es que nosotros somos radicalmente, esencialmente, hijos. Es el fundamento de nuestra vida espiritual, porque es nuestra más honda verdad. ¿Cómo conocer cómo es nuestro Padre Dios? Fundamentalmente a través de la parábola del hijo pródigo.