Filiación divina



Increíble plan de Dios

Recuperemos el Padrenuestro. Además de educar nuestros deseos –lo que debemos anhelar– nos revela el increíble plan de Dios: hacernos sus hijos. Que no nos tiemble la voz al decir que, en Cristo, Dios nos hace Dios: el Verbo se hizo lo que somos para hacernos lo que Él es. Peligro de la no-trasformación, de la dureza de corazón en su vertiente espiritual –soberbia– como somática –lujuria–.



Presentes en Nazaret

Vamos a presenciar el más grande prodigio que han contemplado los siglos: Dios que se encarna en la joven Nazarena. Pasmados, contemplamos el misterio, y aprendemos de María a responder prontamente a las invitaciones de Dios. Entonces también nosotros podremos recibir la filiación divina.



Conciencia de hijos

En Cristo encontramos nuestra identidad: somos, con Él, hijos de Dios. Nuestra nueva naturaleza es divina. Hace falta la ayuda del Espíritu Santo para asumir nuestra dignidad, y así fundamentar la existencia en ella.