Gracia santificante



Justicia, gozo y paz.

“El Reino de Dios no es comida y bebida, sino justicia, gozo y paz en el Espíritu Santo” (Romanos 14, 17). San Pablo nos ofrece una síntesis magistral del Reino de Dios. La justicia es la gracia santificante, es decir, el Amor de Dios que se derrama por el Espíritu Santo. Y la alegría y la paz son los siguientes frutos. El cristianismo se vive sembrando paz y alegría.



Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios

En una pequeña población de Galilea tiene lugar el evento que cambiará la historia de la humanidad y de cada hombre: Dios se hace hombre, toma carne, un hombre es la Segunda Persona de la Trinidad. Corolario: es posible que el hombre tenga naturaleza divina. Y es el proyecto del Padre celestial: hacernos partícipes de esa naturaleza divina. Cristo revela el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación.



Gracia y frutos del Espíritu

El justo es como un árbol plantado junto a la corriente de las aguas, que da fruto a su tiempo, dice el salmo n. 1. Esa corriente es la gracia, y los frutos son los resultados de la gracia, es decir, de la acción del Espíritu Santo en el alma. Ante todo, el amor. Pero consideremos también cada uno de los demás: pueden iluminarnos para comprender el grado de libertad de movimientos que le damos al Espíritu Santo.