Santidad



Retomar el propósito de la santidad

I Tes 4, 3: “Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación”. Planteamiento universal que todos debemos hacernos: no se trata de vivir por vivir, sino vivir para santificarnos. La santidad es simple y gozosa, pues se trata de amar. Para eso está diseñado el corazón humano, aunque la totalidad del amor que pide Dios no resulte a nuestro alcance. Necesitamos al Espíritu Santo.



Listón alto  

Jesús, ¿uno más, entre los maestros de ética? Sí y no: sí, porque enseña un modo de vida. No porque su enseñanza tiene otro origen y rompe todo límite. Particularmente en el terreno de la caridad, parecería plantearnos metas imposibles. Pero Él es quien actúa en nosotros, y el destinatario de nuestra caridad es también siempre Él.



Santidad para todos

El diálogo con el joven rico es una propedéutica de la santidad. No basta, para ella, cumplir los mandamientos; es preciso también desprenderse de todo (ascética), Pero ahí no termina el proceso: se debe ir con Jesús y seguirlo, permaneciendo con Él. Por eso la santidad es amor, y no reprime ninguna de las más altas aspiraciones de nuestro corazón, sino que las colma.