Gracia santificante



Ser Cristo, ser hijo de Dios

Buscar a Cristo y encontrarlo es mucho más de lo que podría sucedernos con una persona humana. Porque esos presupuestos llevan a la identificación con Él, a la transformación plena. Vamos recibiendo cada vez más la participación en la naturaleza divina, y somos verdaderamente hijos del Padre. Estamos siendo gestados en un vientre –el vientre de María- que nos dará a luz a la verdadera Vida.



Para tener vida en abundancia

En múltiples ocasiones Jesús se refiere a Sí mismo como el que posee la Vida y el que la comunica. Es la verdad fundamental de la gracia santificante, que nos consiguió muriendo en la Cruz. Además de los sacramentos, esa vida se mantiene y se potencia con las normas de piedad. Poner amor en cada una, y alcanzaremos una intimidad tan grande que en todo momento estaremos experimentando esa vida nueva.




Más que hombres

Los jueves, día dedicado a la Eucaristía, adoramos a ese Dios al que le gusta esconderse. Lo hace para dejarnos en la libertad del amor, al tiempo que nos conquista con su entrega completa. Por eso, la lógica de la Eucaristía es someter a Ella nuestro corazón, rindiéndole todas nuestras potencias. Es el lenguaje que expresa, y en el que desea verse correspondido.