Gracia santificante



Valorar la Gracia Santificante

Jesús mantiene un largo y profundo diálogo con un sabio judío que tenía, además, buena disposición ante la persona del Señor: Nicodemo. Y le revela lo esencial de su mensaje: la vida nueva, la que procede de lo alto y se recibe por el agua y el Espíritu Santo. La Gracia Santificante es el más hermoso de los dones de Dios, valorémoslo y procuremos incrementarla.



Primero ser y luego hacer

La dificultad para comprender el Reino de los cielos la aligera Jesús con sus parábolas. Meditemos la que recoge san Mateo en el capítulo 24: “El Reino de los cielos es como un hombre que echa un grano en la tierra, y ya duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo”. Nos pide confiar que esa semilla de vida se irá desplegando, y producirá buenos frutos. Nos habla de ser antes que hacer, pues no son las obras las que nos santifican, sino aquel que las realiza.




La Gracia es la levadura

El Evangelio de la Misa de hoy nos presenta la imagen de la levadura que fermenta toda la masa. Podemos entenderla como la Gracia Santificante, que se difunde en todo nuestro ser haciéndonos capaces de identificarnos con Cristo. El principal medio, la santa Comunión, que diviniza nuestro cuerpo, comprendiéndolo como algo santo, que trasciende infinitamente la concepción hedonista.