Fe



El Resucitado lo llena todo

La Resurrección de Jesús, además de ser un milagro, es un misterio. Él entra, también corporalmente, a la vida que ya no está limitada por el espacio, ni por el tiempo, ni por el declive, ni por la muerte. La realidad creada de Jesús, glorificada, asume la creación, y en Él nos movemos, existimos y somos. Él lo llena todo con su presencia.



Para el que tiene fe, todo es milagro.

Los milagros ocupan un lugar muy relevante en los Evangelios. Y no los relatan todos, porque si así fuera, no cabrían los libros en el mundo, dice san Juan. Un milagro muy elocuente es el de Jesús caminando sobre las aguas, y Pedro que quiere ir a Él. Al mantener la vista en su Señor, andaba sobre las aguas; en cuanto advierte el viento impetuoso, comienza a hundirse. Oigamos también dirigidas a nosotros las palabras de Jesús a Pedro: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” Estamos invitados a descubrir los milagros que hace Dios en cada instante.



Fe para ir a Egipto

José obedece al instante el mandato del ángel: “Huye a Egipto porque Herodes busca al Niño para matarlo”. José responde sin cuestionamientos, sin reclamos, sin dudas. Ejemplo para nuestra vida, en la que estamos invitados a descubrir, con la luz de la fe, la Mano de Dios que nos conduce. Muchas veces no lo entenderemos, pero al unir nuestra libertad a la suya, la nuestra se va al infinito.