Septiembre



17 de septiembre

Bienaventuranzas y amor a Dios

Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad del hombre. Este deseo tiene un origen divino: Dios nos lo imprimió en lo más hondo para orientarnos a Él, que es la Suma y Eterna Felicidad. La cuarta bienaventuranza nos habla del hambre y la sed de amar la justicia, es decir, el ansia de amar más y más a Dios. Nuestra vida consiste en la constante reorientación de nuestros deseos hacia su propia verdad.



18 de septiembre

Enseña con obras y palabras

La enseñanza de Jesús no consiste solo en palabras, sino también con sus hechos: Gestis verbisque. Lo mismo en la vida de los santos: aprendamos de san Josemaría a reaccionar como él ante las dificultades. ¿Qué hace? Acude a María. En situaciones graves para la Obra, va a Loreto en 1951 y a México en 1970. Vivamos con la confianza segura de que María, la mejor de las madres, nos dará lo que precisamos pues una madre, cuando puede remediar la carencia de su hijo, siempre lo hace.



19 de septiembre

Porque ha amado mucho

La lectura del Santo Evangelio en la Misa del jueves de la semana XXIV presenta el pasaje de la pecadora en casa de Simón. La reacción de Jesús manifiesta una extremada sensibilidad. Démosle alegrías al tratarlo en las normas de piedad creando verdaderos ámbitos de lo sagrado, advirtiendo la gran diferencia entre hacerlo y no hacerlo. Las normas de piedad son ejercicio de virtudes teologales.