Adorar la Sagrada Eucaristía



Visitar al Santísimo

Si el centro de gravedad de los cuerpos es el centro de la tierra, el centro de gravedad de los corazones ha de ser el Sagrario. La presencia de Jesús ahí no es una cuestión subjetiva: de hecho, Él está, al margen de lo que piense o haga. Ahí, junto al Sagrario, encontraremos lo más valioso de nuestra vida, y el mayor consuelo.



Apreciar la Eucaristía

A una semana del Corpus Christi consideramos las ansias de Jesús para quedarse en el Pan. ¿Comprendemos este Sacramento como una prueba de su Amor? ¿Está Él contento con nuestra correspondencia? En el Cielo advertiremos cumplidamente el inmenso bien que la Eucaristía supuso para nuestra vida y la de la humanidad.



Ave verum

Ese hermoso himno eucarístico nos habla de la íntima relación entre María y la Eucaristía. El Pan se hizo de carne inmaculada, y por eso resulta apto para hacer recobrar a la carne humana su prístina pureza. En él se contienen todos los bienes, y experimentamos en su cercanía una incontable cantidad de beneficios, como explica san Alfonso en su pequeño libro “Visitas al Santísimo”.